Dejamos la huella en tierras extremadamente fértiles, en postales que te dejan con la boca abierta, desde la Cuesta de Miranda hasta el Parque Nacional Talampaya, Banda Florida o Laguna Brava. En un ambiente de calma y ritmo relajado, los sabores típicos se hicieron presentes: empanadas, chivito, vino riojano, locro y unas aceitunas bañadas en aceite de oliva.
Caminamos por senderos de cañones y quebradas donde la historia de la tierra se ve reflejada en cada corte, en cada color, en cada piedra.
En el oeste de La Rioja, pegadita a la cordillera, esta región fue el escenario ideal para nuestras aspiraciones viajeras.