La ansiedad de llegar a destino se diluye, las luces del micro en la planta superior no se apagan, la noche se vuelve cómplice de guitarras, bombos, charangos y cantores y cantoras, la bondipeña arrancó con la luna como testigo. La comida se socializa y los vasos se llenan, las gargantas se preparan -cancionero en mano- ya nadie piensa en llegar.



















